viernes, 6 de febrero de 2009

c o m b u s t i ó n e s p o n t á n e a

una noche para variar,
me miré en el espejo,
y no es porque me quejo
pero no quise mirar;
y no me miente mi reflejo,
aún creyéndome pendejo,
no me pude engañar:
que las cosas de la edad,
habla, cuerda con nudo,
de la pura fealdad,
del mundo maduro,
el que creemos seguro,
que nos da prosperidad,
libertad, dinero y propiedad,
dizque libres y felices,
pero perdices no comí,
las vi extinguirse con crueldad,
en youtube lo vi,
(reverb.)
que el espejo no me miente,
pero igual me resiente, y pervierte,
menos mal todavía, que la edad siga su vía,
que el complejo del reflejo de un espejo
se siente cada día,
si bien antes no lo sabía,
pero la ruta no tiene guía,
tenía más de tres dimensiones,
diría una forma algo redonda,
con algo de estrías, anchas, bien hondas,
y venas saltonas,
ojeras a duras penas,
trasnochadas de luna llena,
y una piel seca, 
algo azul,
con un tono de resaca,
tequila, tabaco,
química y hongos mal pasados,
y ojos reventados,
todo inflamados e inyectados,
avergonzados de lo que ven,
...dije, se me pasa el tren,
y decidí tomar acción:
pensé en quemar la grasa
como objetivo primero,
luego vicios y la vida de embustero,
que el tiempo pasa, y nos abrasa,
nos hace combustibles,
aceite, energía y comestibles,
consumidores de primera,
de carne, ropa y rameras,
por hablar en un sentido general,
para los que sepan indagar;
estuve ahí parado un buen rato, todo estático,
como un faro sobre el Atlántico,
mirando al espertento de humano,
que estaba presenciando,
y luego sin querer o tal vez pretender
comenzó un dolorcito a aparecer,
justo en la nuca,
debajo de la cabeza, y
no sé con certeza,
una arteria o una vena maluca,
que se activó como detonante,
y no es por engañarte
pero comencé a sentir calor,
más que el verano en el que estamos,
la sartén que calentamos,
la fiebre o el café que tomamos,
y comenzó a bajar y extenderse,
mientras crecía mi temor por prenderme,
como un fósforo o como un monje tibetano,
y comenzó a salir fuego de mis manos,
mi espalda y mis piernas,
mis brazos y mis penas,
mis complejos y mis sinsentidos,
desde los atrevidos hasta los divertidos,
mis recuerdos y mis temores,
mientras me calcinaba entre rencores,
pero dolor no sentí,
mis nervios, fritos los olí,
pensé: "con algo de ajonjolí o un poco de ají,
y algo de limón, 
cebollita y pimentón, 
sabría mejor que el chicharrón o una jalea",
pero creo que se me pasó algo la mano,
y terminé todo calcinado,
todo por una aneurisma,
que me explotó en plena crisma,
pero menos mal,
y no es por presumir,
que el cerdo no tuvo más porqué sufrir,
porque grasa ya no hay, más que aspirar
un montón de cenizas que barrer y recoger,
quemaduras por doquier,
y no va más,
mi recomendación para algún obeso:
que se vuelva obseso con su sobrepeso,
mientras se burla el resto,
y concentrarse un poco en alguna arteria,
o una vena,
y dejar que el cuerpo se encienda,
así solo, sin gasolina ni leña.




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- pero hijo mío, la confesión nunca es suficiente! - padre, qué quiere decir usted? - que un par de avemarías y unos cuatro padre nuest...