me lancé a los pozos del inframundo,
directo a las dentelladas de los cachorros del infierno,
gocé de sus juegos, con mis huesos, mi piel, mi carne,
mi vida se iba en mordidas, en pedazos inertes,
y todo fue tan complaciente...
- pero hijo mío, la confesión nunca es suficiente! - padre, qué quiere decir usted? - que un par de avemarías y unos cuatro padre nuest...
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